domingo, 12 de abril de 2015

conversaciones entre hijos chicos

Si algunos posts son de catarsis, este es un post-it para recordar en el futuro: viene mi hijo de cuatro años y me dice
-mamá, cuando me muera quiero tener un iPad de esqueleto, una compu de esqueleto...
Antes de que yo pudiera responder, el hermano de seis le responde
-tonto! y de dónde vas a sacar la electricidad?!
y la cosa sigue cada vez más disparatada, el otro le dice
-de la electricidad de los esqueletos!

Yo los dejo seguir hablando, no vale la pena arruinar tanta imaginación con los hechos de la vida real. Todavía no.

viernes, 10 de abril de 2015

y de pronto se me ocurrió qué postear

Llevo un rato sentada frente a la notebook. Venía dispuesta a escribir pero empecé a contestar mails, buscar información, terminé enviando otro currículum y probablemente tenga otra entrevista laboral, que es uno de mis hobbies, definitely. Y justo cuando me acordé que tengo ropa para colgar  y me había levantado del escritorio, me dí cuenta: esto que me pasa ES lo que tengo para escribir hoy.  Es que después de catorce años con empleadas, unos siete de tener mucama ¨cama adentro¨ como dicen acá, este año, al menos por ahora, estoy intentando tener  empleada dos o tres veces por semana. Quizás sólo aguante este mes, o hasta que haya demasiada mugre acumulada en los rincones, o hasta que haga frío y oscurezca temprano y no me de el tiempo de hacer todo, o hasta que en mi deporte de entrevistas laborales caiga en la ¨trampa¨  de otro trabajo full time (ese será otro post…). 
Estoy aprovechando la energía negativa que me dejó la última empleada, que me robó, a la que además me encontré en la bolsa de trabajo de la parroquia a donde fui (sólo) a contactar empleadas (las señoras voluntarias que dirigen la cosa caritativa son como dealers de empleadas, suena muy políticamente incorrecto, pero sabés qué, me estoy dando cuenta de que ese es otro post que tengo pendiente). La cosa es que no encontré a nadie que me inspirara confianza, es que ya tengo el prejuicio, las veo e imagino la escena nuevamente, los mismos errores, las metidas de pata bestiales, las cosas mezcladas. Y no tengo ganas. Y la casa vacía para mí, aunque sea un rato cada día, es un placer, aunque el precio es un par de horas de trabajo para mantener la decencia, y otro par como para tener comida y cocina limpia…  no estoy haciendo muchas otras cosas, cursos, idas al club, trámites, médicos. Ya me tocará el turno y veré cómo hago. Mientras aguante, voy a disfrutar la paz del hogar, la cosa de ser una real house wife. Con un poco de culpa (oh, pero no trabajo!), si no, no sería yo.

martes, 7 de abril de 2015

la música de la hora de la siesta


El mediodía silencioso de la provincia, no se mueve ni una hoja de los árboles, y las chicharras todavía en pleno abril, siguen cantando felices. Estoy sola en la casa y es la hora perfecta para escribir. A ver si la aprovecho.